Iban llegando los vientos del cálido
Sáhara. Ventolera del este que nos recuerda dónde están estas
pérfidas islas. Vientos que llenan de arena el jardín que el bien
hallado invierno se encargó de regar, sembrando de bella vida verde toda nuestra tierra
-Adentró se está más fresquito.
¿Café? No hombre no, con estos calores, café no me pongas, Pepe.
Echa pá acá una cervecita, de las del fondo y de paso tráeme la
prensa. Sí. hombre sí. Ahí fuera no hay cristiano que pare. No,
no, yo ahora no juego, espera que me beba esto y eche un vistazo a la
quiniela y a las esquelas, que me parece que murió fulanito el de
Taganana. Sí, sí el de los Menganitos. Pues no, a mi me parecer no
era tan mayor, pero ya ves, nunca se sabe. Por lo visto murió
durmiendo en la cama. Sí, hombre sí, que el señor se apiade y nos
lleve dormidos. Dígalo usted, y jartos también.
Empezó Artiles, el
periódico por atrás, como es menester que se lea el diario en los
bares. Contraportada de bella muchacha. Primero la quiniela. Otra
semana pobre, luego las esquelas, otra semana vivo y sí allí
estaba, Fulanito el de Taganana. Más allá los sucesos, un coche
enriscado en la Orotava. Después los deportes, el Guijuelo empataba
contra el Borussia de Coruxo, oportunidad para ponernos en cabeza.
Seguía por economía, sáltate eso y no te deprimas. Y terminando,
la “mamansa” o política.
-Pero mira Pepe.
Chiquita maná de payasos. Y estos dos ahora, que no se dan la mano.
¡Coño si ahí más allá juntos gobernaron. Pero, pero. No, si va a
resultar que el muchacho este, solo da la mano, para después
echársela el bolsillo. Si es que....
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