domingo, 7 de abril de 2013

El escrache hipotecario


Anda el politiqueo harto preocupado por eso que una sociedad cansada, estafada y explotada importó de la Argentina,. Como “escrache” lo bautizaron en los 90 allá donde el español más que en lengua se tornó en belleza. Harto preocupados, los políticos mandaron presto a sus más fieles voceros a denunciar lo antidemocrático de la importada protesta. A quién se le ocurrió eso de ir a molestar a sus señorías para que unos cientos de miles pobres infelices no tengan que dormir al raso y aún deberle su vida al banco. De paso, trasladada la denuncia, se aprovecha, para en lo posible desacreditar a aquellos que dejan momentos de su espacio vital en ayudar a otros a mantener, a proteger su techo. Y así, amigos míos, descafeinar todavía más la Iniciativa Legislativa Popular para la aceptación de la “dación en pago”. 

A quién se le ocurrió, que mediante el griterío y el disturbio se podría presionar a sus señorías para, en este caso, favorecer a los pobres infelices, a su ciudadanía. Por favor, que alguien, llame a esos escrachadores y les diga que con tal antidemocrática actitud nada, jamás, conseguirán. No sean toletes y dejen de gritar, hagan colecta, ciérrenla en sobres, y repartan, que así, quizá.

Ponía la televisión nuestro amigo Artiles, y a los voceros del sistema vio refunfuñar de lo feo que era eso del escrache. No se podía tolerar. Y Artiles pensó. A ti, Soraya, te persiguen pobres para no perder su casa. A mí, a Artiles, me persigue el mes desde que empieza. Me persigue la luz que no para de subir. Me persiguen tus euros por receta. Me persigue tus tasas de la universidad. Me persigue la hipoteca y todo lo que es gastar también o me persigue o me perseguirá. A mí, a Artiles, me persigue todo, menos el trabajo. E igual nos pasa a mí, a mi mujer y a aquel pobre que ves más allá.

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