viernes, 20 de enero de 2012

La tarta del gas

Decía este Viernes, 20 de Enero, la vice-consejera de Industria y Energía del gobierno de Canarias, Doña Francisca Luengo, que el modelo energético canario es “insostenible económica, social y medio-ambientalmente”, a la vez dicha vice-consejera nos decía que instalar el gas en Canarias era una “necesidad” en tanto que, la instalación de la mencionada fuente energética nos ayudaría a disminuir la dependencia del petróleo en lo que a la generación eléctrica se refiere. Fue más allá Paquita Luengo, tanto que incluso llegó a reconocer que si bien el gas nos ayudaría a disminuir la dependencia petrolera de las islas, éste, el gas, no iba a cambiar nuestra situación de dependencia externa en lo que a la generación de energía se refiere. No obstante, afirmaba, que ésta era la “mejor opción a medio plazo” para el archipiélago. Por último, la vice-consejera también “apostó” decididamente por la implantación de cuanta más energía renovable, mejor. Todo ello, sin ruborizarse, sin mueca alguna que ayudara a deshilachar un discurso lleno de contrariedades.

Contrariedades, digo, porque no se puede pretender hacer creer a nadie que la instalación de las regasificadoras en Canarias son para luchar contra la dependencia petrolera de las islas, cuando el gas que quieren implantar también nos va a hacer todavía más dependientes energéticamente de una materia prima que no tenemos. Quieren rebajar la dependencia del petróleo a base de hacernos depender de otra cosa que no tenemos, que vamos a tener que traer, que comprar, de fuera.

A. Suárez. Muelle de Salinetas, posible ubicación de la planta
Contrariedades, digo, porque no se puede pretender hacer creer a nadie que la instalación de la regasificadora en Canarias no va a paralizar, como ya se está haciendo, aquellos proyectos basados en energías renovables. No se puede decir que además del gas, también se va a apostar por las energías renovables, cuando todos intuimos el hecho de que una vez implantadas ambas regasificadoras, las de Gran Canaria y Tenerife, se va a hacer todo lo posible por optimizar el gasto efectuado en estas plantas, dejando de lado los proyectos basados en energías renovables. Desde el punto de vista económico, una vez implantado el gas, qué necesidad tendrán las compañías energéticas de generar energías por otras vías, cuando el mercado estará más que saciado con el binomio insostenible de petróleo y gas. Ya se los adelantamos nosotros, la necesidad será igual a ninguna.

Y en esta diatriba se encuentra una vez más nuestro país. A expensas del poder colonial, conchabado en las más altas instancias políticas y económicas de la metrópoli. El negocio del gas ya está desgranado, todos, menos Canarias, con él saldrán ganando. Saldrá ganando la burguesía autóctona, en tanto que ambas regasificadoras serán un chollo de unos cuantos centenares de millones de euros. Para el empresariado canario, el negocio no estará en vender el gas, sino en construir y preparar las redes de las plantas. Esa es su parte del pastel. Para el poder económico español queda la otra parte de la tarta, la del negocio del gas propiamente dicho. En Canarias, como en tantas otras cuestiones, tendrán su mercado cautivo por excelencia al que mandar los excedentes de gas que no puedan colar en España. Un gas que traen a su España merced a los lucrativos acuerdos de expolio, firmados con gobiernos títeres como el de Argelia.

Aún así, todavía queda una pequeña parte de la tarta sin comer, ¡no la toquen!, les digo, que esa no es para ustedes, esa no es para Canarias. Ese trocito, es para los políticos en forma de comisiones por las labores tan buenamente prestadas. Para los políticos, y para sus partidos, a los que habrá que financiar sea por la vía que sea, que para ello administran y ponen en bandeja de los poderes económicos todo el negocio.

Mientras tanto, Canarias seguirá adoleciendo de la acuciante dependencia energética. Una dependencia energética que no la ayudará a deshacerse de las cadenas de las dependencias económicas y políticas, porque señores, la tarta del gas también tiene una parte ideológica.